OUTRAS VOCES

 

Outras voces, outras linguas




El complejo de Polícrates

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Maravillosamente expresa Rosalía el complejo de Polícrates, muy enraizado en el alma gallega:

...tembra cando no mundo
sintas unha dicha inmensa

puesto que

gracias, aquí, sobrehumanas
irán desventuras supremas.

Hay incluso entre los cuentos con que se trata de definir burlonamente el carácter gallego uno que traduce el complejo de Polícrates. Es el de aquel arriero castellano que al ver caminar, bajo un sol de fuego, por los campos de Castilla, a un pobre segador gallego le ofreció generosamente subir en su mula. Al cabo de unas horas el castellano observa que el gallego se va poniendo paulatinamente cada vez más triste, en lugar de mostrarse regocijado y satisfecho. <<¿Qué te pasa? -le pregunta-, ¿en qué piensas?>>. A lo que tras una pausa y un profundo suspiro, nuestro compatriota responde: <<Señor, ¡penso qué es lo que yo voy ganando!>> Tontamente suele interpretarse el cuento, de una manera superficial, como si se tratase de desagradecimiento o de excesiva codicia por parte del pobre segador desfallecido. Nada menos exacto. Nuestro gallego se encuentra en ese momento, cabalgando sobre la mula, en la más plena felicidad. Tanta felicidad, que le da miedo. Algo habrá que pagar por ella. No al castellano que le lleva, no; a la Providencia, a los dioses, al hado misterioso que cuando depara al pobre segador una tan sin par fortuna es probablemente a cambio de algún sacrificio. El héroe de nuestro cuento es un minúsculo Polícrates, abrumado por una felicidad expresiva, bajo el implacable sol de la meseta. Y cuando el arriero, indignado por tanto desagradecimiento, le apea de la mula y le deja seguir el camino a pie, nuestro galleguito respiraría satisfecho porque así ya no incurre en la ira del Destino.

La explicación que la dinámica del subconsciente da a este misterioso temor al triunfo absoluto que de una manera automática, como una profunda actitud o un reflejo que se desencadena, <<sabotea>> el éxito del hombre tan pronto pasa de ciertos límites, es la de que, como residuo del super-ego infantil, esto es, de la interiorización de la autoridad paterna, queda en el individuo el temor a sobrepasar al padre, a vencerle, a superarle. 


Juan Rof Carballo

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