Vilas
literarias: Quiroga
Los
que cruzan la maleza
<Morir
con la palabra en la boca sería un género de eternidad: “Ronsel”,
en gallego, es una palabra reveladora. Para saber bien el castellano,
estoy convencido de que hay que saber gallego. Por ejemplo, la
palabra ronsel significa estela de desperdicios que van dejando los
que cruzan la maleza. Después lo aplicaron a la estela marina y
luego a la esquela funeraria (lo que queda). El lenguaje es una
fuente continua de sorpresas. Soy muy aficionado a la filología, y
el gallego tiene las voces más eufónicas. Tenemos que confesar que
“relembrar” suena mejor que “recordar”. “Jilguero”, el
pájaro cantor, es una voz bonita, pero le supera el “xílgaro”
galaico. También suena mucho mejor “rechouchío” que “gorjeo”.
“Me levanté al amanecer”, se dice en gallego, en buen gallego,
“erguime o lumbrigar do día”. Pero todos los idiomas son
apasionantes; el castellano, el italiano, el alemán…
<A
propósito del alemán, vino a visitarme después de la guerra el
filólogo Ernest Schelmer, un hombre encantador, de la Universidad de
Francfort. Se presentó con un libro mío debajo del brazo. Era alto,
rubio, fuertote, y cuando me dijo que tenía sesenta y nueve años me
quedé pasmado. Al presentarse, me dijo. Soy protestante, alemán,
enemigo de Hitler y amigo de Willy Brandt. Hablaba muy bien el
castellano y había estudiado con Ortega y Menéndez Pidal en la
Universidad de Madrid. Hablaba muy bien, nunca metió la pata, salvo
una vez que me dijo algo muy gracioso sobre Hölderlin y la música,
que nos reímos mucho. Schelmer fue el primero que me contó que
Rommel se había suicidado, porque este señor estuvo en el Africa
Korps de agregado cultural y le había dado clases al hijo de Rommel
en una tienda de campaña. Le dieron a elegir entre el veneno o el
tiro.>
El
mes secreto de un viajante de Tafalla
Para
vivir hay que recordar y Fole quería agotar hasta la última
munición contra la muerte. <Esto de la vejez es terrible, es una
limitación progresiva. Por mi familia paterna abundaron mucho los
longevos. Mi abuela se llamaba Jacoba Quiroga Sangro, y era de la
nobleza más antigua de Galicia, porque Sangro es el apellido de los
Condes de Santiago durante cuatro generaciones, y los Quiroga eran
los parientes del alcalde. A mi tía María Cristina, que aunque era
hermana de esa abuela mía, yo la llamaba siempre así, tía
Cristina, era propietaria de la torre de Chantada, donde vivió la
familia del Gran Capitán. ¿Verdad que tiene historia eso? Los del
Gran Capitán eran tan sólo los administradores de la torre. Los
dueños eran mis antepasados. En el catálogo de familias nobles es
interminable el número de las de origen gallego. Algunas tienen
tradiciones y orígenes muy curiosos.>
Sólo
por el resquicio del recuerdo, remontándose a la misma nebulosa del
origen, podía huir Fole de esta tarde premonitoria. <Una vez vino
aquí una señorita que era profesora de la Escuela de Magisterio y
me dijo que su tercer apellido era Fole, y que era de Bretaña, algo
que no me sorprendió porque lo había leído en un documento. Tenía
un tío bretón, en la Bretaña, trabajando de médico rural. Pero
las sorpresas nunca vienen solas, y al día siguiente leo en El País
que un jefe de la Armada que intervino en las operaciones de Las
Malvinas se apellidaba Fole. Parece que los Fole eran descendientes
de los caballeros templarios, orden que disolvió Felipe el Hermoso.
Se esparcieron por Cataluña, Valencia y Galicia. En Galicia quedaron
en sitios donde vivía mi abuelo paterno, que se llamaba Ánxel Fole,
donde tenían el castillo los de Barrié de la Maza, en ese partido
judicial: Eire. Allí tenía dos casas mi abuelo. Es un sitio muy
hermoso y rico en viñedos.>
La
obra de Fole, centenares de relatos fantásticos, llenos de muerte,
misterio, tesoros, crímenes, amores y magia, está escrita en
gallego sui generis penetrado de dialectismos y castellanismos. <No,
si yo no hubiera sido gallego, es muy probable que mi obra no fuera
la misma. La ascendencia celta pesa mucho, es una raza misteriosa y
legendaria. En la guerra civil, Galicia se portó bien, aquí fue
donde menos barbaridades se hicieron. Es un país bueno, tolerante y
muy inteligente. La saudade el paisaje, la tristeza, Rosalía de
Castro es el poeta femenino número uno del Parnaso de todos los
tiempos, es más interesante su poesía que la de Safo. Hay muchos
españoles que quieren muchísimo a Galicia. Me lo decía un navarro,
un viajante de Tafalla, que le gustaba quedarse todos los años un
mes en Galicia sin decírselo a nadie.>
Ánxel
Fole. El mundo del averío es inagotable
Vidas
ejemplares
(raros,
anónimos, libres)
Rafael
Torres
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