El guerrillero
Cómo saltan de su lecho, interrogantes,
llamas arañando la noche
donde ríos de pasión destruyen, consumada, la creación.
Las aldeas arden.
Las campanas invocan a rebato,
mas tristemente tristemente se diría
que una voz infantil implora a la cólera de destino.
Chispas o dardos de luz un instante felices,
retornan las llamas por la pradera
y a su resplandor se une el grito de aves fugitivas.
Genios de la discordia
en el corazón del hombre arde el odio,
lentos hombres, parsimoniosos como la tierra.
Nadie sabe bien por qué se lucha,
ni se conoce aún el signo bajo el cual amanecerá un día
la paz, con la huella homicida de los altivos hierros sobre la frente.
Eduardo Moreiras
Fragmento do longo poema El guerrillero, de 1948 (inédito) ata suá publicación na revista Nordés de maio de 1992
Cadros ao óleo de Luís Seoane
Comentarios