Contorno multicultural
Las pavías
El señor Gamallo, socarrón y rollizo, me ofrece una pavía. Tómela es la Reina de las pavías y hay que comerla en el día. Ya casi ha desaparecido de esta tierra. También las llaman pavías vírgenes.
Cojo la pavía con todo cuidado, es hermosa y suave, como un óleo y a través del fino vello esparce un olor a gloria. Me embriago con ella lentamente. Frente a nosotros, el Ulla, majestuoso, resplandece en un meandro, antes de sumergirse silente entre los verdes cobaltos. Asciende, de su curso, el característico y sonoro ruido, que ningún otro río posee.
Estamos en el herradero de Gamallo, que es hombre curioso y de oficios varios: lo mismo arregla un buey p un caballo, que realiza los más delicados injertos. También fue zurcidos de voluntades de cierto señor que conocí muy bien. Nos es vulgar Gamallo, ingenioso, gordo, cazurro, lascivo y hasta sentimental. Cuando se ríe, bajo sus bigotes a lo Vercingetorix, su boca parece una enorme sandía.
-Es una lástima, Gamallo, como se van perdiendo las antiguas frutas. Cuando yo era pequeño recuerdo pavías como ésta en la vieja huerta de casa.
¿Y aquellas peras de San Juan de entonces? ¿Y las de muslo de dama? ¿Y las verdi-largas? ¿Y las urracas? ¿Y aquellas manzanas tabardillas?
-Gamallo lanza un suspiro. Tampoco las cepas son lo que eran.
-Ya no quedan casi pavías, ni casi vírgenes- me dice, después de un largo silencio.
-Bueno, Gamallo- le respondo-; pero esperemos que puedan quedar las necesarias.
-Sí- me responde- con tal de que queden las necesarias...
Fotografías de ® Roque Soto Soto
Los paisajes iluminados
José María Castroviejo
Ediciones Destino
Colección Áncora y Delfín
Barcelona
1963
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